Me
refugio en Allah contra Shaitân el Lapidado
La lectura del Corán
(Qirâ-a, Tilâwa)
va precedida de abluciones que introducen al musulmán en un estado de pureza física
y espiritual que le prepara para acceder al espacio de la intimidad con la
Revelación. Pero antes de empezar a leer debe pronunciar una frase con la que
se remite por completo a Allah, solicita su cobijo y se desata de todo lo que
pueda perturbar su entendimiento y su intención. Esa frase es un talismán al
que se llama en árabe Isti‘âdza.
Allah dice en el Corán:
“Y cuando recites el Corán busca
refugio en Allah contra Shaitân
el Lapidado. En verdad, él no tiene poder sobre
los que se han abierto a Allah y ponen su confianza en su Señor. Su poder se
extiende únicamente sobre los que intiman con él y asocian ídolos a Allah”
(16/99-101).
1.
Allah ha dicho en el Corán: “Practica el perdón, ordena el bien y apártate de los ignorantes. Y si
te asalta una sugerencia malvada de Shaitân, busca refugio en Allah, Él es el
que todo lo oye, el Omnisciente” (7/200).
Y ha dicho: “Rechaza
el mal con lo que es mejor. Conocemos muy bien las cosas que alegan. Di: ‘Mi
Señor, en ti busco refugio contra las sugestiones de los rebeldes. Y en ti
busco refugio, mi Señor, para que no se me acerquen’...” (23/97-99).
Y ha dicho: “El
bien y el mal no son equiparables. Rechaza el mal con lo que es mejor. He aquí
que aquél entre el cual y tú existía enemistad se volverá como si fuese un
amigo entrañable. Mas a nadie se le concede excepto a los perseverantes; y a
nadie se le concede excepto a quienes poseen una parte de paciencia. Y si te
tienta alguna incitación de Shaytân, busca refugio en Allah. En verdad, Él es
quien todo lo oye, el Omnisciente” (41/35-37).
En estos tres versículos
Allah ordena sobornar al enemigo humano y tratarlo según la excelencia para que
emerja lo que de noble hay en su naturaleza original y lo devuelva a la amistad
y a la concordia.
Por otro lado, ordena
buscar refugio en Él frente al enemigo demoníaco, y esta medida es ineludible
porque ese enemigo interior y espiritual no admite soborno alguno ni trato
excelente: no desea sino la destrucción del ser humano a causa de la violencia
de la enemistad que le profesa, tal como Allah nos informa en el Corán: “Oh,
hijos de Adán, que no os seduzca Shaitân, como expulsó a vuestros padres del
Jardín” (7/28).
Y también dice: “En
verdad, Shaitân
es enemigo vuestro: tomadlo, pues, como enemigo. Él llama únicamente
a sus partidarios para que se conviertan en merecedores del Fuego Ardiente”
(35/7).
Y también dice: “¿Acaso
lo tomaréis a él y a su descendencia como amigos en lugar de a Mí, a pesar de
que son vuestros enemigos? Malo es el intercambio para los injustos”
(15/51).
Shaitân (Satán) juró
a Adán que le estaba dando buenos consejos cuando le mentía y buscaba
arruinarlo, ¿qué no hará con nosotros? Allah nos ha relatado sus palabras:
“Dijo: ‘Por tu poder lo juro,
extraviaré ciertamente a todos ellos, salvo a tus siervos elegidos’...”
(38/83-84).
2.
Allah dice en el Corán: “Y cuando recites el Corán busca refugio en Allah contra Shaitân el
Lapidado. En verdad, él no tiene poder sobre los que se han abierto a Allah y
ponen su confianza en su Señor. Su poder se extiende únicamente sobre los que
intiman con él y asocian ídolos a Allah” (16/99-101).
Algunos expertos en
recitación coránica, y otros, consideran que la recitación de la fórmula: ‘Busco
refugio en Allah contra Shaitân
el Expulsado’ (a‘ûdzu billâhi min ash-shaitâni r-raÿîm), debe
efectuarse al acabar la lectura del Corán, basándose en la literalidad del
versículo anterior (es decir, cuando
hayas recitado el Corán busca refugio en Allah...), y el propósito sería
expulsar cualquier arrogancia que surgiera del cumplimiento con la práctica de
recitar el Corán.
Pero la opinión
mayoritaria es que la fórmula debe pronunciarse antes de empezar la recitación
para expulsar al Murmurador (Muwáswis) que es el demonio que enturbia el corazón del ser
humano, por lo que el significado del versículo anterior sería : “Y cuando quieras recitar el Corán busca refugio en Allah contra Shaitân el Lapidado”, siendo reforzada esta opinión por otros ejemplos del Corán,
como cuando dice: “Y cuando os levantéis
para hacer el Salât, lavaos
las caras y los brazos hasta los codos”
(5/6), que quiere decir que se deben hacer las abluciones antes de empezar el
Salât.
Además, hay hadices
que avalan esta opinión mayoritaria, como el que transmitió Sa‘îd al-Judri
que dijo: “Cuando Rasûlullâh (s.a.s.) se levantaba de noche iniciaba su Salât
diciendo antes de recitar el Corán: ‘Tú estás por encima de todo
entendimiento, Allahumma, y tuyo es el elogio. Inmenso es tu Nombre, y tu Poder
se eleva por encima de toda concepción. No hay Verdad aparte de ti’ (subhânaka llâhumma wa bi-hámdika wa tabâraka smuka wa
ta‘âlà ÿádduka wa lâ ilâha gháiruk). Después decía: ‘No hay más
Verdad que Allah’ (lâ ilâha illâ llâh)
tres veces. Y después decía: ‘Me refugio en Allah, el Oyente, el Conocedor,
contra Shaytân el Lapidado, contra su susurro, su soplo y su embrujo’
(a‘ûdzu billâhi s-samî‘i l-‘alîmi
min ash-shaytâni r-raÿîmi min hámçíhi wa náfjihi wa náfazih)”.
At-Tirmîdzi dijo de este hadiz que es el más conocido respecto a este asunto,
y fue recogido por la mayor parte de los compiladores.
Algunos comentaristas
han explicado que el susurro (hamç) de Shaitân es la asfixia; el soplo (nafj)
es la soberbia; y el embrujo (náfaz) es la palabra seductora.
En otro hadiz, Nâfi‘
ibn Yubair cuenta que su padre le dijo: “Vi
a Rasûlullâh (s.a.s.) empezando el Salât, y dijo -tras el primer Takbîr
y en voz baja-: ‘Allah es más grande inmensamente’ (Allâhu
ákbaru kabîra), tres veces. Y después: ‘Alabanzas numerosas a Allah’
(al-hámdu lillâhi kazîra), tres veces. Y después decía:
‘Allah está por encima de todas las cosas, y así sea proclamado por las mañanas
y al atardecer’ (subhâha llâhi
búkratan wa asîla), tres veces. Y después decía: ‘Allah, busco
en ti refugio contra Shaytân el Lapidado, contra su susurro, su soplo y
su embrujo’ (allâhumma innî a‘ûdzu
bika min ash-shaytâni r-raÿîmi wa hámçihi wa náfjihi wa náfazih)”.
Según Abû Umâma
al-Bâhili: “Cuando Rasûlullâh se levantaba para hacer el Salât pronunciaba
la fórmula: ‘Allah es más grande’ (Allâhu
ákbar), tres veces. Y después decía: ‘No hay más Verdad que Allah’ (lâ
ilâha illâ llâh), tres veces. Y después decía: ‘Por encima de todas
las cosas está Allah y su alabanza’ (subhâna
llâhi wa bi-hámdih), tres veces. Y después decía: ‘Me refugio
en Allah contra Shaitân el Lapidado, contra su susurro, su soplo y su
embrujo’ (a‘ûdzu billâhi min ash-shaytâni r-raÿîmi min hámçihi wa
náfjihi wa náfazih)”.
Ubai ibn Ka‘b contó:
“Dos hombres comenzaron a insultarse
delante de Rasûlullâh (s.a.s.), y a uno de ellos le temblaba la nariz de cólera.
Rasûlullâh (s.a.s.) dijo: ‘Yo sé algo que si lo pronunciara dejaría de
sentir lo que siente: Me refugio en Allah contra Shaitân
el Lapidado’ (a‘ûdzu
billâhi min ash-shaitâni r-raÿîm)”. Este mismo relato ha
sido transmitido por otras fuentes que lo completan añadiendo que se le dijo al
hombre que pronunciara las palabras que aconsejaba Rasûlullâh (s.a.s.), pero
en lugar de hacerlo respondió: “Yo no
estoy loco”, y con esa reacción no hacía sino aumentar su ira como si Shaitân
acrecentara en él su influencia.
Según un hadîz débil,
lo primero que Sidnâ Yibrîl ordenó a Sidnâ Muhammad (s.a.s.) fue pronunciar
ésta fórmula, luego le reveló la Básmala, y después comenzó la recitación
de Sûrat al-‘Álaq (Sûra 96), sobre la que hay consenso en que fue lo
primero en revelarse del Corán.
3.
La mayoría de los ‘Ulamâ (expertos en el Islam) consideran que la
pronunciación de esta fórmula en el Salât y al comenzar cualquier
recitación del Corán es aconsejada (Mustahabba),
aunque los hay que la consideran obligatoria
(Wâÿiba). Estos últimos se apoyan
en el uso del imperativo en el versículo que ordena encabezar con ella la
lectura del Corán. En cualquier caso, se ha recogido en la Sunna la constancia
de Rasûlullâh (s.a.s.) en esta práctica.
Has de saber que la Isti‘âdza
(llamada también Ta‘áwwudz y
‘Iyâdz) -es decir, la pronunciación de la fórmula a‘udzu
bil-lâhi min ash-shaitâni r-raÿîm, Me
refugio en Allah contra Shaitân
el Lapidado-, con la que el musulmán busca
y se adhiere a la protección de Allah en todo momento, es una solicitud; pues quien se acerca a la puerta del Rey debe pedir
permiso para entrar. Del mismo modo y en especial, quien se disponga a recitar
el Corán, con la Isti‘âdza
pretende en realidad, entrar en el espacio de las confidencias secretas con su
Amado (el territorio íntimo de la Munâÿa).
Para ello necesita haber purificado antes su lengua a la que han contaminado las
palabras inútiles, por no hablar de las mentiras y las calumnias: la Isti‘âdza
limpia la lengua.
Las gentes de la Ma‘rifa
(el Conocimiento Superior) han dicho: “Estas
palabras son camino para los que buscan la proximidad, cuerda para que a ella se
aferren los asaltados por el miedo, umbral al que se acogen los perversos, punto
de retorno para los que están al borde de la destrucción y es la alfombra de
la intimidad para los amantes”.
Con la pronunciación
de la Isti‘âdza, se da cumplimiento a la orden que aparece en el Libro:
“Cuando leas el Corán refúgiate en
Allah contra Shaitân
el Lapidado”. La Isti‘âdza
debe preceder a la lectura del Corán en la opinión de la generalidad de los
musulmanes, y a quien dice que el versículo sugiere que debe posponerse a la
recitación respondemos que el significado de la condición es “Si
vas a leer el Corán, refúgiate en Allah contra Shaitân
el Lapidado”,
que es la interpretación común que ha acabado adquiriendo carácter unánime
entre los musulmanes.
La fórmula escogida
para cumplir con la orden coránica es a‘ûdzu
bil-lâhi min ash-shaytâni r-raÿîm, Me
refugio en Allah contra Shaytán el Lapidado, y es la fórmula que en la
mayoría de los casos empleó Rasûlullâh (s.a.s.) conforme lo relatan los hadîces
en uno de los cuales el Nabí (s.a.s.) dice: “Así
me lo ha comunicado Yibrîl a partir del Cálamo a partir de la Tabla Guardada”.
Lo primero que Yibrîl
(‘aláihi s-salâm) reveló a Sidnâ Muhammad (s.a.s.) fue la Isti‘âdza,
seguida de la Básmala, y a
continuación le reveló el versículo: “Lee,
con el Nombre de tu Señor...”.
Significado de las palabras:
a‘ûdzu
quiere decir me cobijo, busco protección o refugio en, me
aferro
a, me pongo bajo la tutela de,
solicito el auxilio y la asistencia de
Allah.
Cuando el que va a
leer el Corán dice a‘ûdzu enuncia con ello que está haciendo algo concreto, pero en
realidad se trata de una invocación con la que está pidiendo la ayuda de su Señor.
Es como si estuviera diciendo: “¡Señor!
¡Ofréceme cobijo contra Shaitân
el Lapidado!”. Pero al informar
simplemente del hecho como si éste se hubiera llevado a cabo y disfrutara ya
del asilo de su Señor, expresa su optimismo y lo hace a modo de buen augurio: es
como si hubiera sido asistido por Allah y aludiera a las bondades que hay en
ello.
El secreto que hay en
este modo de expresión es que entre el hombre y su Señor hay un nexo íntimo y
un pacto al que Allah se ha referido en el Corán al ordenar: “Cumplid
con lo pactado conmigo y Yo cumpliré lo pactado con vosotros”, y entonces
es como si el recitador de la Isti‘âdza
estuviera diciendo: “Yo, con la limitación
de mi carácter humano y creado, cumplo con mi naturaleza que consiste en
obedecer tu mandato que me obliga a recitar tu Corán, y Tú, en la inmensidad
de tu realeza, te adelantas a mis pasos y cumples con la condición que te has
impuesto y que es la de auxiliarme y prestarme tu cobijo”.
bil-lâhi,
en Allah (o con Allah). El ser humano, en su desasistimiento ante la inmensidad
del mundo del espíritu, busca el cobijo de su Creador y Único Señor, que es
Allah.
Las Gentes de la
Esencias dicen que Allah es una palabra que no deriva de ninguna otra. Por otro lado
insisten en que es imposible conocer lo que es Allah. Sa‘d at-Taftâçâni
dice en sus Glosas al Kashshâf: “Del
mismo modo que Allah deja perplejo a quien intenta averiguar qué es y cómo son
sus Cualidades, su mismo Nombre es indescriptible como sustantivo o adjetivo, y
por ello hay quienes dicen que es una palabra derivada y otros opinan lo
contrario, para unos es un nombre propio pero los hay que afirman que no es un
nombre propio”. Y es porque todo lo relacionado con la Verdad realizadora
de todas las cosas es desconcertante.
Has de saber que en
una fórmula más elaborada de Rasûlullâh para expresar el contenido de la Isti‘âdza
dijo: a‘ûdzu bi-ridâka min sájatika
wa bi-mu‘âfâtika min ‘uqûbatika wa a‘ûdzu bíka minka
“Me refugio en tu satisfacción
contra tu ira, en tu disculpa contra tu castigo, y me refugio en ti contra ti”,
aludiendo con ello a tres dimensiones de Allah: sus Cualidades, sus Acciones y
su Esencia. La fórmula habitual de la Isti‘âdza,
que es la que estamos estudiando aquí, sintetiza esos tres aspectos al
resumirlos en una palabra: Allah. Por
ello, buscar cobijo en Allah es buscarlo contra toda suerte de males.
Se ha dicho: “Los
males que pueden afectar al ser humano atañen a sus certezas fundamentales (su
‘Aqîda), por lo que debe protegerse en Allah contra todas las enseñanzas
vanas o falsas. Por otro lado hay males físicos, algunos de los cuales afectan
al Islam como la pereza en el cumplimiento de las obligaciones que impone y
otros afectan al cuerpo como las enfermedades, el dolor, la combustión, el
ahogo, la pobreza, la ceguera, la debilidad, y otras desgracias y calamidades,
que están cerca de ser infinitas en número”. Con la frase a‘ûdzu bil-lâh se busca refugio contra todos los tipos de males.
Todo dotado de
inteligencia debe tener presente en su mente todos estos posibles daños cuando
vaya a pronunciar la Isti‘âdza: al darse cuenta de que le resulta imposible censar las
amenazas que hay contra él descubre que por su sola fuerza es incapaz de
repelerlas y su entendimiento le llevará a decir a‘ûdzu
bil-lâh con todo el corazón: Allah es el Determinante de todas las cosas y
su Poder las abarca y todo se rinde a su Querer. Es así como el que busca
amparo se refugia en el cobijo más efectivo, el del Creador de todos los
universos y todos los fenómenos.
Se ha dicho: “Todo
el secreto está en la B”. La B en árabe significa con o en: bil-lâh
es en Allah o con Allah, por
lo que todo lo bueno está en adherirse a Allah, al modo como se pega la B a su
Nombre en bil-lâh.
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