Su filosofía, Su Ética y Su Teología
Thakur Bhaktivinoda
Esta publicación es una introducción al
Bhagavata, la joya del patrimonio espiritual y literario de la India. Compilado
por el sabio Vyasa en el año 3.000 A.C., el Bhagavata presenta la cumbre de la
perfección devocional y contiene la esencia de todo el pensamiento oriental.
Esperamos que nuestros lectores disfruten de esta limitada edición de
coleccionistas, un tributo a Bhaktivinoda Thakur.
A todos nos gusta leer un libro que nunca antes hayamos leído. Estamos
ansiosos de asimilar cualquier información contenida en él, y una vez hecho eso
nuestra curiosidad se termina. Esta forma de estudio prevalece entre un gran
número de lectores que se consideran grandes hombres en su propia estimación,
así como también en la estimación de aquellos que son de su misma estirpe. En
realidad, la mayor parte de los lectores son tan sólo depósitos de hechos y
declaraciones de otra gente. Sin embargo, eso no es investigación. El
estudiante debe leer los hechos con miras a crear y no con el objeto de una
retención vana. Al igual que los satélites, los estudiantes deben reflejar
cualquier luz que reciban de los autores, y no aprisionar los hechos y los
pensamientos tal como los magistrados aprisionan a los convictos en la cárcel.
El pensamiento es progresivo. El pensamiento del autor debe progresar
en el lector en la forma de corrección o desarrollo. El mejor crítico es aquel
que puede mostrar el desarrollo subsecuente de un viejo pensamiento; pero un
simple denunciante es el enemigo del progreso y, por consiguiente, de la
naturaleza. “Comiencen otra vez - dice el crítico -, porque la antigua doctrina
no da respuestas actuales. Sepulten ya al viejo autor porque su tiempo ha
pasado”. Estas son expresiones triviales. El progreso es ciertamente la ley de
la naturaleza, y deben existir correcciones y desarrollo con el avance del
tiempo, pues progreso significa ir más adelante o ascender más alto.
Ahora bien, si vamos a seguir a los críticos tontos, retrocederemos a
nuestras posiciones anteriores, haremos un nuevo intento y cuando estemos a la
mitad, otro crítico igual volverá a gritar: “¡Comiencen de nuevo, porque van
por mal camino!” De este modo, nuestros estúpidos críticos jamás nos permitirán
recorrer todo el camino y ver qué hay al final de él. El crítico superficial y
el lector vano son los dos grandes enemigos del progreso; debemos evitarlos.
El verdadero crítico, por otra parte, nos aconsejará preservar lo 0que
ya hemos adquirido, y ajustar nuestra carrera desde ese punto al cual hemos
llegado en el curso de nuestro progreso. Él nunca nos aconsejaría retroceder al
punto de partida, porque sabe muy bien que en ese caso habría una inútil
pérdida de nuestro valioso tiempo y trabajo. Él va a dirigir el ajuste del
ángulo de nuestra carrera desde el punto donde nos encontramos. Esa es también
la característica del estudiante útil. Al leer a un autor antiguo detecta la
posición exacta de éste en el campo del progreso del pensamiento. Él nunca
propondría quemar un libro basándose en que contiene pensamientos inútiles.
Ningún pensamiento es inútil; los pensamientos son medios a través de los
cuales alcanzamos nuestros objetivos. El lector que denuncia un mal pensamiento
ignora que incluso un camino malo puede mejorarse y convertirse en uno bueno.
Un pensamiento es un camino que nos lleva a su vez a otro. De este modo, el
lector se dará cuenta de que un pensamiento que hoy es el objetivo, mañana será
el medio para un objetivo ulterior. Los pensamientos continuarán siendo
necesariamente una serie interminable de medios y objetivos en el progreso de
la humanidad. Los grandes reformadores afirmarán siempre que ellos no han
aparecido para abolir la vieja ley, sino más bien para cumplirla. Valmiki,
Vyasa, Platón, Jesús, Mahoma, Confucio y Caitanya confirman este hecho, ya sea
expresamente o a través de su conducta.
El Bhagavata, como todas las obras religiosas, actividades y escritos
filosóficos de los grandes hombres, ha sido víctima de la conducta imprudente
de los lectores inútiles y de los críticos estúpidos. Los primeros le han
ocasionado tanto daño, que han sobrepasado a los últimos en las consecuencias
funestas. Hombres de brillantes pensamientos han leído este trabajo en su
búsqueda de la verdad filosófica, pero el prejuicio que absorbieron de los
lectores inútiles y su conducta impidió que hicieran una sincera investigación.
Ni qué decir de otras personas, el gran genio de Raja Ram Mohan Roy, el
fundador de la secta del brahmoísmo,
no creyó que valiera la pena estudiar este ornamento de la biblioteca
religiosa. Cruzó la puerta del Vedanta, erguida conforme a la interpretación mayavada del diseñador Sankaracarya - el
enemigo escogido de los jains-, y
trazó su camino hacia la forma unitaria de la fe cristiana, a la que se le
había dado una apariencia hindú.
Ram Mohan Roy era un hombre capaz. No podía quedar satisfecho con la
teoría de la ilusión contenida en la filosofía mayavada de Sankara. Él tenía el corazón lleno de amor por la
naturaleza. A través de su discernimiento se dio cuenta que no podía creer en
el concepto de su identidad con Dios. Corrió con furia desde las fronteras de
Sankara a los confines del Corán; aun así no se satisfizo. Estudió entonces los
preeminentemente bellos preceptos e historia de Jesús; primero en las
traducciones al inglés y finalmente en el original en griego, y se cobijó bajo
los sacros estandartes del reformador judío. Pero Ram Mohan Roy era también un
patriota y quería reformar a su pueblo de la misma manera en que él se había reformado.
Él sabía muy bien que la verdad no le pertenece exclusivamente a un individuo,
a una nación o a una raza en particular, le pertenece a Dios, y el hombre, ya
sea de los polos o del ecuador, tiene el derecho de reclamarla como propiedad
de su Padre. Basado en eso, reclamó las verdades inculcadas por el redentor
occidental también como suyas y de sus conciudadanos y, de ese modo, estableció
la Sociedad (samaj) de los Brahmos independientemente de lo que ya
en su propio país estaba establecido en el hermoso Bhagavata. Sus nobles actos le procurarán
ciertamente una alta posición en la historia de los reformadores. Sin embargo,
a decir verdad, él habría hecho más si hubiese comenzado su trabajo de reforma
en el punto donde el último reformador de la India lo dejó. No pretendemos ir
más allá en este asunto; basta con decir que el Bhagavata no atrajo el genio de Ram Mohan Roy.
Su pensamiento, tan poderoso como era, desafortunadamente se ramificó
como la línea Ranigunj del
ferrocarril, desde la inhóspita estación de Sankaracharya, y no intentó ser una
extensión de la terminal Delhi que fue el gran intérprete del Bhagavata oriundo
de Nadia. No dudamos que con el transcurrir del tiempo este error se corrija y,
en virtud de una nueva prolongación, la línea ramal se una a la línea principal
del progreso. Esperamos estos intentos por parte de un reformador más capaz
entre los seguidores de Ram Mohan Roy.
El Bhagavata ha sido víctima
igualmente de las críticas superficiales tanto de los hindúes como de los
extranjeros. Este libro ha sido perseguido y denunciado por un gran número de
nuestros jóvenes paisanos que escasamente han leído su contenido o meditado
acerca de la filosofía en la cual se basa. Esto se debe principalmente al
infundado prejuicio que adquirieron en su contra cuando estaban en la escuela.
El Bhagavata, como cosa normal, ha
sido escarnecido por aquellos maestros que generalmente tienen una mente y un
intelecto inferior. Cuando el estudiante crece, no se sacude fácilmente este
prejuicio, a menos que se dedique a estudiar sinceramente el libro y a
reflexionar en las doctrinas del vaisnavismo.
Nosotros mismos somos ejemplo de ello. Cuando estábamos en la universidad,
leyendo los trabajos filosóficos del Occidente e intercambiando ideas con los
pensadores actuales, le teníamos un verdadero odio al Bhagavata. Esa gran obra nos parecía un depósito
de inicuas y estúpidas ideas escasamente adaptadas al siglo diecinueve y
odiábamos tener que escuchar argumentos en su favor.
Para nosotros, en ese entonces, un volumen de Channing, Parker, Emerson
o Newman tenía más peso que todos los trabajos vaisnavas juntos. Con vehemencia nos volcábamos sobre los diversos
comentarios de “La Santa Biblia” y las obras del Tatua Bodini Saba, que
contienen extractos de los Upanisads y del Vedanta; pero ninguna publicación de
los vaisnavas llamaba nuestra
atención. Luego, según avanzamos en edad y nuestro sentimiento religioso se
desarrolló, dimos vuelta en nuestras creencias de una manera Unitaria y oramos
como Jesús oró en el huerto. Accidentalmente cayó en nuestras manos una obra
acerca del gran Caitanya, y al leerla con atención para establecer la posición
histórica de ese poderoso genio de Nadia, tuvimos la oportunidad de recopilar
Sus explicaciones del Bhagavata, dadas al argumentador vedantista de la escuela
de Benares. El estudio accidental del tema creó en nosotros amor por todos los
trabajos que hallamos acerca del redentor oriental. Recopilamos con
dificultades los famosos apuntes en sánscrito (karchas), escritos por los discípulos de Caitanya.
Las explicaciones que obtuvimos del
Bhagavata, a partir de esas fuentes, fueron de un carácter tan encantador, que
nos procuramos una copia del Bhagavata completo y estudiamos sus textos (por
supuesto difíciles para aquellos que no están entrenados en pensamientos
filosóficos) con la ayuda de los famosos comentarios de Sridhar Suami. De tales
estudios es que al fin hemos recopilado las verdaderas doctrinas de los vaisnavas. ¡Oh qué problema olvidar los
prejuicios que adquirimos en los años inmaduros!
Hasta donde podemos entender, ningún enemigo del vaisnavismo encontrará belleza alguna en el Bhagavata. El verdadero
crítico es un juez generoso, sin prejuicios ni espíritu partidista. Aquel que
es de todo corazón un seguidor de Mahoma, ciertamente encontrará las doctrinas
del Nuevo Testamento como una falsificación hecha por el ángel caído. Por otro
lado, un cristiano trinitario denunciará los preceptos de Mahoma como los de un
ambicioso reformador; la razón es simplemente que el crítico debe tener la
misma disposición mental que el autor, cuyos méritos requiere juzgar. Los
pensamientos tienen diferentes caminos. Quien está entrenado en los
pensamientos de la sociedad unitaria o del Vedanta de la escuela de Benares,
difícilmente podrá hallar piedad en la fe de los vaisnavas. Por otra parte, un vaisnava
ignorante, cuya labor es implorar de puerta en puerta en el nombre de
Nityananda, no encontrará piedad en los cristianos. Esto es, porque el vaisnava no piensa del mismo modo en que
el cristiano piensa de su propia religión. Puede ser que tanto el cristiano
como el vaisnava expresen el mismo
sentimiento, pero nunca dejarán de pelear, tan sólo porque han llegado a una
misma conclusión pensando de diferentes maneras. Por ello, hay mucha desconsideración
en los argumentos de los cristianos piadosos, cuando expresan su opinión
imperfecta acerca de la religión de los vaisnavas.
Los temas de filosofía y teología son como las cúspides de imponentes e
inaccesibles montañas situadas en medio de nuestro planeta incitando nuestra
atención e investigación. Los pensadores y los hombres de profunda meditación
hacen sus observaciones, utilizando los instrumentos de la razón y de la
conciencia. Sin embargo, mantienen diferentes puntos de vista al desarrollar su
trabajo. Estos puntos de vista son posiciones trazadas por las circunstancias
de su vida social y filosófica, que son muy distintas en las diferentes partes
del mundo. Platón consideró la cima de la cuestión espiritual desde el
Occidente y Vyasa hizo la observación desde el Oriente. Confucio la hizo del
lejano Oriente y Schlegel, Spinoza, Kant y Goethe desde el lejano Occidente.
Estas observaciones se hicieron en diferentes tiempos y por diferentes
medios, pero la conclusión en todos los casos es la misma, debido en gran parte
a que el objeto de observación era uno y el mismo. Todos ellos iban tras el
Gran Espíritu, la incondicionada alma del universo. No podían menos que obtener
una visión de ella. Sus palabras y expresiones son diferentes, pero su misma
importancia es la misma. Ellos trataron de encontrar la religión absoluta y sus
esfuerzos fueron coronados con el éxito, porque Dios da todo lo que Él tiene a
sus hijos si ellos lo desean Se requiere un corazón piadoso, imparcial,
generoso y santo para sentir la belleza de sus conclusiones.
El espíritu partidista - ese gran enemigo de la verdad -, frustrará
siempre el intento de la persona inquisitiva que trata de asimilar la verdad de
entre los trabajos religiosos de su nación, haciéndole creer que la verdad
absoluta no existe más que en su viejo libro religioso
¿Qué mejor ejemplo podría esgrimirse, en el hecho que el gran filósofo
de Benares no encontrase verdad ninguna en la hermandad universal del hombre y
la común paternidad de Dios? El filósofo, pensando en su modo particular, no
puede apreciar nunca la belleza de la fe cristiana. La forma en la cual Cristo
pensó de su propio padre fue de amor absoluto, y mientras el filósofo no adopte
ese modo de pensar, permanecerá siempre privado de la fe absoluta que predicó
el redentor occidental. Similarmente, el cristiano necesita adoptar el modo de
pensar que el vedantista siguió, antes de que pueda amar las conclusiones del
filósofo. Así, el crítico debe ser un alma comprensiva, buena, generosa,
cándida, imparcial y favorablemente dispuesta. "¿Qué cosa es el Bhagavata?" - pregunta el caballero
europeo que acaba de llegar a la India- Su compañero le dice con una mirada
serena que el Bhagavata es un libro
que su empleado Oriya lee diariamente por las noches a un grupo de personas que
escuchan. Contiene una monserga de literatura salvaje y poco entendible de esos
hombres que se pintan la nariz con algo de tierra o sándalo, y usan cuentas
sobre todo el cuerpo para procurarse la salvación.
Otro de sus compañeros que ha viajado un poco en el interior,
inmediatamente lo contradice y proclama que el Bhagavata es una obra en
sánscrito que pertenece a una secta de hombres (los gosvamis), que dan mantras
como los Papas de Italia a la gente común de Bengala, y perdonan sus pecados a
cambio de oro suficiente para costear sus gastos sociales Un tercer caballero
dará una tercera explicación. Ahora un joven bengalí, atado a los pensamientos
e ideas inglesas y completamente ignorante de la historia pre-mahometana de su
propio país, añadirá una explicación más, diciendo que el Bhagavata es un libro que cuenta la vida de Krisna, quien era un
hombre inmoral y ambicioso. ¡Esto se lo enseñó la abuela cuando él aún no iba
al colegio! Así, el gran Bhagavata permanece aún desconocido para los
extranjeros, como lo era el elefante para los seis ciegos que lo tocaron en
diferentes partes del cuerpo, sin embargo, la verdad es eterna y nunca es
dañada por la ignorancia sino temporalmente.
El Bhagavata por sí sólo nos explica
qué es: “Es el fruto del árbol del pensamiento (los Vedas) mezclado con el
néctar del discurso de Sukadeva. Es el templo del amor espiritual. ¡Oh hombres
piadosos! Beban con fervor este néctar del Bhagavata repetidamente hasta que
sean sacados de este cuerpo mortal”.
El Garuda Purana menciona
también: “El Bhagavata se compone de
18.000 versos (slokas). Contiene las
partes mejores de los Vedas y el Vedanta. Cualquiera que haya probado su dulce
néctar, jamás gustará de leer ningún otro libro religioso”.
Cualquier lector atento repetirá ciertamente este elogio: El Bhagavata es preeminentemente el libro de la
India. Una vez que entras en él, eres trasladado al mundo espiritual donde la
materia burda no existe. El verdadero seguidor del Bhagavata es un hombre
espiritual que ya ha cortado su conexión temporal con la naturaleza material y
se ha vuelto un habitante de esa región donde Dios existe y ama eternamente.
Este poderoso trabajo está fundado en la inspiración; su superestructura es la
reflexión Para el lector común, carece de atractivo y está colmado de
dificultades. Por eso, estamos obligados a estudiarlo profundamente, con la
ayuda de comentaristas tan destacados como: Sridhar Svami, el divino Caitanya y
Sus seguidores contemporáneos.
Ahora bien, el gran predicador de Nadia que ha sido deidificado por Sus
talentosos seguidores, nos dice que el Bhagavata está basado en los cuatro slokas que Vyasa recibió de Narada, el
más sabio entre los seres creados. Nos dice más adelante, que Brahma penetró a
través de todo el universo material por años y años averiguando sobre la causa
final del mundo, pero al no poder encontrarla fuera, miró dentro de la
construcción de su propia naturaleza espiritual y allí oyó al Espíritu
Universal hablarle con las siguientes palabras:
“¡Oh Brahma, toma! Te estoy dando el conocimiento de Mi propio ser y de
Mis relaciones y fases que son por sí mismas difíciles de alcanzar. Tú eres un
ser creado por lo que no es fácil para ti aceptar lo que te digo; por lo tanto,
Yo bondadosamente te otorgo el poder de aceptar para que así puedas entender a
libertad, Mi esencia, Mis ideas, Mi forma, Mis atributos y Mi acción, junto con
sus varias relaciones con el conocimiento imperfecto. Yo existía en el
principio, antes que todas las cosas espirituales y temporales fueran creadas.
Una vez que han sido creadas, Yo estoy en todas ellas en forma de su existencia
y realidad. Por último, cuando desaparezcan, yo permaneceré completo, tal como
Era y como Soy. Todo aquello que parezca ser verdad sin ser un hecho real en sí,
y todo lo que no pueda percibirse aunque sea verdadero, es un asunto de Mi
ilusoria energía de la creación, tal como la luz y la oscuridad en el mundo
material”.
Es difícil explicar lo anterior en pocas palabras; se debe leer todo el
Bhagavata para su explicación. Cuando
el gran Vyasa hubo efectuado el arreglo de los Vedas y los Upanisads, la terminación de los dieciocho
Puranas con hechos recogidos de la
tradición registrada y sin registrar de las distintas eras, la composición del
Vedanta y el extenso Mahabharata -un
poema épico muy célebre-, comenzó a reflexionar acerca de sus propias teorías y
preceptos, y como el Fausto de Goethe, se dio cuenta que lo que hasta entonces
había recopilado no era realmente la verdad. Volvió a su propio ser y exploró
su naturaleza espiritual, y entonces la verdad anterior le fue comunicada para
su propio bien y para el bien del mundo. El sabio percibió inmediatamente que
sus obras anteriores requerían ser reconsideradas puesto que en su mayoría no
contenían la verdad completa. En su nueva perspectiva obtuvo el desarrollo de
su idea anterior sobre la religión. Comenzó entonces el Bhagavata en la búsqueda de este cambio, por esta
razón se espera que nuestros lectores descubran la posición que el Bhagavata goza en la biblioteca de los trabajos
teológicos hindúes.
Toda esta incomparable obra nos enseña, de acuerdo con nuestro gran
Caitanya, las tres grandes verdades que componen la religión absoluta del
hombre. Nuestro Predicador de Nadia las llama sambandha, abidheya y prayoyana; esto es: la relación entre
el Creador y lo creado, el deber del hombre para con Dios y las expectativas de
la humanidad. En estas tres palabras está contenido todo el océano del
conocimiento humano hasta donde ha sido explorado en esta era de progreso de la
humanidad. Estos son los puntos cardinales de la religión, y todo el Bhagavata
es, según lo enseñó Caitanya, una explicación de estos tres puntos mediante
preceptos y ejemplos.
En todos sus doce skandas o
divisiones, el Bhagavata nos enseña que hay un solo Dios sin paralelo, que
estaba completo en Sí mismo y que Es y permanecerá igual. Tiempo y espacio, que
prescriben condiciones a los objetos creados, están muy por debajo de la
naturaleza espiritual suprema de Dios, la cual es incondicionada y absoluta.
Los objetos creados están sujetos a la influencia del tiempo y del espacio, que
constituyen los ingredientes primordiales de ese principio en la creación que
conocemos por el nombre de maya; maya es una cosa no fácilmente
entendida por nosotros que estamos sujetos a ella, pero */Dios explica, tanto
como podemos entender en nuestra condición presente, este principio a través de
nuestra percepción espiritual.
El crítico impaciente reacciona como un caballo indómito al escuchar el
nombre de maya y la denuncia como una
teoría idéntica a la del obispo Berkeley. “Sean pacientes en su averiguación” -
es nuestra réplica inmediata. Todo lo que nosotros percibimos existe
eternamente como ideas en la mente de Dios, o de otro modo Dios pierde el
epíteto de omnisciente tan sabiamente aplicado a Él. La parte imperfecta de la
naturaleza, es decir: Necesitar, también procede de alguna de esas ideas, y
¿qué otra cosa sino un principio existente eternamente en Dios, sujeto a Su
omnipotencia, podía haber intervenido en la creación del mundo tal como es?
Esto ha sido llamado la “maya sakti”
del omnipresente Dios. Reflexionen tanto como puedan. Esta es una verdad con
relación al universo creado.
Esta maya interviene entre
nosotros y Dios, mientras que nosotros no somos espirituales, pero cuando somos
capaces de romper sus lazos, entonces, aún en este marco mortal, aprendemos a
comulgar en nuestra naturaleza espiritual con lo absoluto e incondicionado. Maya no significa tan sólo una cosa
falsa, también significa un encubrimiento de la verdad eterna. La creación no
es maya en sí, pero está sujeta a ese
principio.
Ciertamente, la teoría es idealista, pero ha sido rebajada a lo
superfluo, a fuerza de explicaciones erróneas. El materialista se ríe de la
teoría ideal, diciendo: “¿Cómo puede ser que el cuerpo, el agua, el aire y la
tierra sean simples ideas sin entidad?” Y él ríe correctamente cuando toma el
libro de Sankaracarya en sus manos como el extremo último de su estupidez. El
idealista verdadero debe ser también dualista. Debe creer que todo lo que
percibe, como la naturaleza creada por Dios, está colmado de esencia espiritual
y relaciones, pero no debe creer que la apariencia exterior es la verdad.
El Bhagavata enseña que todo lo que nosotros
saludablemente percibimos es verdad, pero su apariencia material es pasajera e
ilusoria. El escándalo de la teoría ideal consiste en su tendencia a falsificar
la naturaleza; sin embargo, la teoría como la explica el Bhagavata, hace que la
naturaleza sea ‘real’ aunque no una eterna verdad como lo son Dios y Sus ideas.
¿Qué daño puede haber si el hombre acepta la naturaleza como
espiritualmente verdadera, y que las relaciones y fases físicas de la sociedad
son puramente espirituales?
No, ello no es únicamente un cambio de nombre sino un cambio de
naturaleza también; la naturaleza es eternamente espiritual, pero la
intervención de maya la hace burda y
material. El hombre al progresar, intenta sacudirse esta burda idea de carácter
tonto e infantil, y por someter el principio interventor de maya vive en su naturaleza espiritual en
continua unión con Dios. Sacudirse esta atadura es la salvación de la
naturaleza humana. De este modo, el hombre que ha obtenido la salvación dirá
libremente a su hermano: “Si quieres ver a Dios, mírame, y si quieres ser uno
con Dios, debes seguirme”.
El Bhagavata nos enseña esta relación entre el
hombre y Dios, y todos debemos obtener este conocimiento. Esta sublime verdad
es el punto donde el materialista y el idealista deben conocerse como hermanos
de la misma escuela y es el punto hacia el que confluye toda la filosofía.
En el Bhagavata esto se denomina sambandha
jñana o en otras palabras, el conocimiento de la relación entre el Absoluto
y lo condicionado. Intentaremos ahora explicar el segundo gran principio
inculcado por el Bhagavata: El principio del deber.
El hombre debe adorar espiritualmente a su Dios. Hay tres modos en los
cuales el Creador es adorado por lo creado.
Todos los teólogos están de acuerdo en que hay un solo Dios sin igual,
pero no se ponen de acuerdo en cuanto al nombre que se debe dar a ese Dios,
debido a los diferentes modos de adoración que ellos adoptan conforme a su
mentalidad específica. Algunos le dan el nombre de Brahman, otros le dan el
nombre de Paramatma y algunos otros le dan el nombre de Bhagavan. Quienes
veneran a Dios con admiración y lo consideran infinitamente grande, lo llaman
Brahman. Este modo se denomina jñana
o conocimiento. Los que veneran a Dios como el Alma Universal - conforme al
principio de la unión espiritual con Él-, le dan el nombre de Paramatma. Esto
es yoga. Y quienes adoran a Dios como
lo máximo que existe, con todo el corazón, cuerpo y fuerza, se refieren a Él
como Bhagavan. Este último principio es bhakti.
El libro que prescribe la relación y adoración de Bhagavan se procura a sí
mismo el nombre de Bhagavata y el adorador es también llamado por el mismo
nombre.
Así es el Bhagavata, que es decididamente el libro para toda clase de
teístas. Si nosotros adoramos a Dios espiritualmente como lo máximo, con todo
nuestro corazón, mente y fuerza, nosotros somos bhagavatas y somos dueños de una vida de espiritualismo que ninguno
de los dos, ni el adorador del Brahman ni el yogui que une su alma con el Alma Universal -Paramatma-, pueden
obtener. La superioridad de la adoración de Bhagavan consiste en la unificación
de todos los tipos de adoración teísta dentro de un excelente principio de la
naturaleza humana denominado bhakti.
Esta palabra no tiene equivalente en el idioma inglés. Piedad, devoción,
resignación y amor espiritual sin mezclarlo con ninguna petición, excepto a
manera de arrepentimiento, compone el más alto principio del bhakti. El Bhagavata nos pide adorar a Dios con ese grande e invaluable
principio que es infinitamente superior al conocimiento humano y al principio
del yoga.
Nuestro corto espacio no permite una explicación del principio del bhakti, elevándose hermosamente desde su
primera etapa de aplicación en la forma de adoración Brahmanica, expresando
admiración y que se denomina santa rasa,
hasta la quinta o más alta etapa de absoluta unión en amor con Dios dulcemente
llamada madhurya rasa o prema bhakti.
Una explicación completa requeriría de un gran volumen que no es nuestro objeto
en este trabajo. Es suficiente decir, que el principio del bhakti pasa por cinco etapas distintas en el transcurso de su
desarrollo hacia su forma más elevada y pura. Entonces, cuando alcanza la
última forma, otra vez es susceptible de progresar más aún, desde la etapa de
amor (prema) a la de mahabhava, lo cual es, de hecho, una
completa transición al universo espiritual donde únicamente Dios es el
Desposado de nuestra alma.
El voluminoso Bhagavata no es otra cosa
que una completa ilustración de este principio de continuo desarrollo y
progreso del alma desde su etapa de materia burda hacia el Espíritu Universal
completamente perfecto, que es distinguido como personal, eterno, absolutamente
libre, todopoderoso y completamente inteligente. Todo el asunto es espiritual,
no existe nada burdo o material en ello. Para grabar este cuadro espiritual en
el estudiante que intenta aprenderlo, se han hecho comparaciones con el mundo
material, que no pueden sino convencer al ignorante y al poco práctico. Los
ejemplos materiales son absolutamente necesarios para la explicación de las
ideas espirituales. El Bhagavata cree que el espíritu de la naturaleza es la
verdad en la naturaleza y es la única parte práctica de ella.
La apariencia fenomenal de la naturaleza es verdaderamente teórica,
aunque ha tenido la mayor influencia en nuestras creencias desde los días de
nuestra infancia. La apariencia exterior de la naturaleza, no es otra cosa que
un índice seguro de su carácter espiritual. Por eso, las comparaciones son
necesarias.
La naturaleza, como se presenta ante nuestros ojos, debe explicar el
espíritu, o de otro modo la verdad permanecerá siempre oculta y el hombre nunca
pasará de su niñez aunque su bigote y su barba se vuelvan blancos como la nieve
de los Himalayas.
Toda la filosofía intelectual y moral se explica por la materia misma.
Emerson muestra bellamente cómo es que todas las palabras en la filosofía moral
vienen de los nombres de los objetos materiales. Las palabras: oído, cabeza,
espíritu, pensamiento, coraje y bravura, fueron originalmente los nombres
comunes de algunos objetos correspondientes en el mundo material. Todas las
ideas espirituales son similarmente cuadros del mundo material, porque la
materia es el diccionario del espíritu, y los cuadros materiales no son sino
las sombras de los asuntos espirituales que nuestro ojo material lleva de
regreso a nuestra percepción espiritual.
Dios en Su infinita bondad y amabilidad, ha establecido esta conexión
sin falla entre lo verdadero y la sombra, para fijar en nosotros la verdad
eterna que Él nos tiene reservada. El reloj explica el tiempo, el alfabeto
señala el acopio almacenado del conocimiento, el hermoso canto del armonio nos
da la idea de la armonía eterna en el mundo espiritual, el transcurrir de hoy,
mañana y pasado mañana inculca en nosotros la inasible idea de eternidad; y
similarmente, diferentes cuadros materiales fijan en nuestra naturaleza
espiritual la verdadera idea espiritual de la religión. Con estas bases
razonables, es que Vyasa, decidió explicar nuestra adoración espiritual con
ciertos fenómenos materiales que corresponden a la verdad eterna. No es nuestro
objeto entrar en detalles, por ello no podemos citar algunas de las
ilustraciones en este pequeño espacio.
Tenemos también la parte práctica de la pregunta en el onceavo libro
del Bhagavata. Allí se describen más ampliamente todas las formas en que un
hombre puede entrenarse por sí mismo hasta llegar al prema bhakti, según lo antes explicado; en lo que se refiere a las
relaciones con nuestros semejantes se nos ha aconsejado, primero que todo,
convertirnos en muy agradecidos sirvientes de Dios, nuestra naturaleza ha sido
descrita como portadora de tres fases diferentes en todas nuestras relaciones
con el mundo. Estas fases son llamadas satva,
raja y tama.
Satva guna es esa propiedad en nuestra naturaleza que es puramente buena hasta
donde puede ser pura en nuestro estado presente; raja guna no es ni buena ni mala y tama guna es nociva. Nuestras pravritis
o tendencias y afectos, son descritas como la causa principal de todas nuestras
acciones, y nuestro objeto es entrenar estas tendencias y afectos hasta
alcanzar el nivel de satua guna según
lo decide el principio moral.
Esto no se logra fácilmente, todos los móviles de nuestras acciones
deben ser cuidadosamente protegidos de tama
guna, el principio maligno, adoptando primeramente la etapa de raja guna. Cuando esto se ha llevado a
cabo, el hombre, a continuación, debe subyugar su raja guna a fuerza de la
natural satva guna que es la más poderosa de ellas. Si se cultiva la lujuria, la
ociosidad, los actos perversos y la degradación de la naturaleza humana
mediante principios embriagantes, se describen como tendencias que pertenecen
exclusivamente a tama guna, la fase
nociva de la naturaleza. Estas deben ser controladas por el matrimonio, el
trabajo útil y abstenerse de la embriaguez y de problemas con nuestros vecinos
y animales inferiores. De este modo, cuando raja
guna ha obtenido supremacía en el corazón, es nuestro deber convertirla en satva guna que es preeminentemente
buena.
Este amor conyugal que se cultiva en un principio, debe ahora ser
sublimado en amor santo, bueno y espiritual, es decir, amor de alma a alma. El
trabajo útil deberá convertirse en trabajo de amor y no de disgusto u
obligación. La abstinencia del trabajo perverso debe hacerse para malograr su
apariencia negativa y convertirlo en trabajo bueno y positivo, entonces debemos
mirar a todos los seres vivientes de la misma manera como nos vemos a nosotros
mismos, es decir, debemos convertir nuestro egoísmo, hasta donde sea posible,
en una actividad desinteresada hacia todo lo que nos rodea. Amor, caridad,
actos buenos y devoción hacia Dios, deben ser nuestros únicos objetivos.
Entonces nos volvemos los sirvientes de Dios al obedecer Sus santos y elevados
deseos; es aquí cuando comenzamos a ser bhaktas
y ser susceptibles de un mejoramiento ulterior en nuestra naturaleza
espiritual, según lo hemos descrito anteriormente.
Todo esto está incluido en el término abideya, el segundo punto cardinal en el supremo trabajo religioso,
el Bhagavata. Tenemos ahora ante nosotros los primeros dos puntos cardinales de
nuestra religión, explicados de uno u otro modo en los términos y pensamientos
de nuestro redentor, que vivió hace solamente cuatro siglos y medio en el
hermoso pueblo de Nadia, situado en las márgenes del Bhagirathi.
Debemos ahora proseguir hacia el último punto cardinal llamado por el
gran restaurador, prayoyana o
perspectivas. ¿Cuál es el objeto de nuestro desarrollo espiritual, nuestra
devoción y nuestra relación con Dios? El Bhagavata
dice que el objeto no es gozar o sufrir, sino progresar continuamente en
armonía y santidad espiritual.
En los libros comunes de la religión hindú, en los cuales raja guna y tama guna han sido descritos
como los senderos de la religión, tenemos descripciones de un cielo y un
infierno locales; El cielo es más hermoso que ninguna cosa en la tierra y el
infierno, tan horrible como cualquier cuadro perverso. Además de este cielo,
hay muchos otros lugares donde las almas buenas son enviadas a modo de
promoción; existen 84 divisiones del mismo infierno, algunas de ellas más
espantosas que las que Milton describió en su “Paraíso Perdido”, éstas son ciertamente poéticas y fueron originalmente
creadas por los gobernantes de los países, para frenar los actos malignos de la
gente ignorante, que no son capaces de entender las conclusiones de la
filosofía. La religión del Bhagavata está libre de tal poesía.
Por supuesto, en algunos de los capítulos encontramos descripciones de
estos infiernos y cielos, así como explicaciones de cuentos curiosos, pero se
nos ha advertido en alguna parte del libro, de no aceptarlos como hechos
reales, sino como invenciones para intimidar al malvado y mejorar al simple y
al ignorante. Ciertamente, el Bhagavata,
nos advierte de un estado de recompensa y castigo en el futuro conforme a
nuestros actos presentes. Todas las invenciones poéticas aparte de este hecho
espiritual, han sido descritas como declaraciones prestadas de otros trabajos,
a modo de preservar las viejas tradiciones en el libro que las reemplaza, dando
fin a la necesidad de almacenarlas.
Si toda la colección de obras teológicas hindúes que precedieron al
Bhagavata fuera quemada, como la Biblioteca de Alejandría y el sagrado
Bhagavata fuese conservado tal como
es, no se perdería ninguna parte de la filosofía de los hindúes excepto la de
las sectas ateas. Por esto, el Bhagavata debe ser identificado tanto como
trabajo religioso como también un compendio de la historia y la filosofía hindú
El Bhagavata no permite a sus seguidores pedir nada a Dios excepto amor
eterno hacia Él. El reino de la Tierra, las bellezas de los cielos locales y la
soberanía sobre la creación material no son nunca los asuntos que trata la
plegaria del vaishnava. El vaishnava, apacible y humildemente,
dice: “Padre, Amo, Dios, Amigo y Esposo de mi alma. ¡Alabado sea Tu Nombre! No
vengo a pedirte algo que ya me hayas dado, he pecado contra Ti y estoy ahora
arrepentido, por lo que pido Tu perdón. Permite que Tu santidad toque mi alma y
me libre de esta pesadez.
Deja que mi espíritu se dedique humildemente a Tu santo servicio, en
absoluto amor hacia Ti. Te he llamado mi Dios y he dejado que mi alma se
envuelva de admiración por Tu grandeza. Me he dirigido a Ti como mi Amo y
dediqué mi alma con gran devoción a Tu servicio. Te he llamado mi Amigo y dejé
que mi alma tuviera amor por Ti, sin miedos ni temores. Te he llamado mi Esposo
y he dejado que mi naturaleza espiritual esté en eterna comunión contigo,
amándote para siempre sin sentir nunca temor o disgusto. ¡Oh Padre! Dame fuerza
suficiente para ir hacia Ti como el Consorte de mi alma, de tal modo que
podamos ser uno en amor eterno. ¡Paz en el mundo!”
De tal naturaleza es la plegaria del Bhagavata. Quien pueda leer el
libro, encontrará la forma más elevada de plegaria en las oraciones de Prahlada
hacia el Alma Universal y Omnipresente con poderes para convertir toda la
fuerza profana en humilde sumisión o completa aniquilación. Esta plegaria
mostrará cuál es el fin y el objeto de la vida de un vaishnava. Él no espera ser el rey de cierta parte del universo después
de la muerte, tampoco teme a un infierno local, ardiente y turbulento, cuya
idea le pondría los pelos de punta al joven Hamlet como las púas de un puerco
espín. Su idea de la salvación no es la de una total aniquilación de la
existencia personal, tal como los budistas y los 24 Dioses que los Jains procuraban para sí mismos, el vaishnava, la más humilde de todas las
criaturas, está desprovisto de toda ambición. Quiere servir a Dios
espiritualmente después de la muerte, tal como lo sirvió en espíritu y en
materia en este mundo. Por constitución él es un alma y su más alto objeto en
la vida es el amor santo y divino.
Podría surgir una duda: ¿Cómo puede el alma humana tener una existencia
distinta del Alma Universal después que la parte burda de la constitución
humana deje de existir? El vaishnava
no puede responder a esto, tampoco existe en la Tierra ningún hombre que pueda
explicarlo. El vaishnava humildemente
contesta que siente la verdad pero no puede entenderla.
El Bhagavata afirma
meramente, que el alma del vaishnava
cuando sea liberada de la materia burda existirá no en este mundo de tiempo y
espacio sino en el eterno y espiritual Reino de Dios, donde el amor es vida y
esperanza, la caridad y el éxtasis continuo e inmutable son sus diversas
manifestaciones.
Al considerar acerca de la esencia de la Deidad, dos grandes errores
saltan ante nosotros y nos regresan asustados a la ignorancia y a su
satisfacción. Uno de ellos es la idea que Dios está por encima de todos los
atributos, tanto materiales como espirituales, y en consecuencia está más allá
de toda concepción, ésta es una idea noble pero inútil, si Dios no puede ser
concebido de ninguna forma y no tiene ninguna simpatía por el mundo, ¿cómo se
encuentra aquí entonces esta creación?
Este universo está compuesto de propiedades, las distinciones y leyes
de la existencia; la diferencia de valor, hombre, mujer, bestia, árboles,
magnetismo, magnetismo animal, electricidad, paisaje, agua y fuego. En este
caso, la teoría mayavada de
Sankaracarya sería filosofía absoluta.
El otro error es que Dios es todo-atributos, esto es, inteligencia,
verdad, bondad y poder. Esta es también una risible idea. Las propiedades
dispersas nunca pueden constituir un ser.
Es más imposible en el caso de las virtudes cardinales tales como
justicia y merced, plenitud y poder creativo. Ambas ideas son imperfectas, la
verdad como la expresa el Bhagavata es que las propiedades, aunque muchas de
ellas sean contrarias, están unidas en un ser espiritual donde todas ellas
tienen completa simpatía y armonía. Ciertamente esto es algo que va más allá de
nuestra comprensión. Es así, debido a que nuestra naturaleza es finita y Dios
es infinito, nuestras ideas se encuentran limitadas por la idea de tiempo y
espacio, pero Dios está por encima de esas limitaciones. Esto es un vislumbre
de la verdad y debemos considerarlo la verdad misma. A menudo, dice Emerson, un
vislumbre de la verdad es mejor que un sistema arreglado, y él está en lo
cierto.
Bhagavan es, por ende: personal, completamente inteligente, activo,
absolutamente libre, santo, bueno, todopoderoso, omnipresente, justo y
misericordioso; la Deidad supremamente espiritual sin paralelo, creando y
conservando todo lo que hay en el universo. El más alto objeto del vaishnava es servir a ese Ser infinito
por siempre, espiritualmente en la
actividad de amor absoluto.
Estos son los principios más importantes de la religión inculcada por
el Bhagavata; y Vyasa, en su gran
sabiduría, trató de explicar del mejor modo todos estos principios con la ayuda
de cuadros del mundo material. El crítico superficial rechaza sin mayores
trámites a este gran filósofo, considerándolo un adorador de hombres. Iría
hasta el extremo de difamarlo, diciendo que es un profesor del amor y la
codicia materiales y de los principios perjudiciales del ascetismo exclusivo.
El crítico debe primero leer profundamente las páginas del Bhagavata y entrenar su mente en la mejor
filosofía ecléctica que el mundo jamás haya obtenido; entonces estamos seguros
que él verterá elogios al director del colegio de Badarikasram que existió hace
4.000 años. La mente del crítico superficial cambiará indudablemente si tan
sólo considera un gran punto, esto es: ¿Cómo es posible que un espiritualista
de la categoría de Vyasa, quien enseñó los mejores principios del teísmo en
todo el Bhagavata y estableció los cuatro versos citados en el principio como
los cimientos de su poderoso trabajo, pudiera haber forzado la creencia de los
seres humanos para aceptar que el contacto sensual entre un hombre y ciertas hembras
es el objeto más alto de veneración? ¡Esto es imposible, querido crítico! Vyasa
no pudo haber enseñado al religioso (vairagui)
común a establecer un lugar de adoración (akra)
con un grupo de mujeres.
Vyasa, quien enseñó repetidamente en todo el Bhagavata que los placeres sensuales son como el
placer momentáneo de rascarse cuando se siente comezón y que el más alto deber
del hombre es tener amor espiritual por Dios, no pudo nunca haber prescrito la
adoración de placeres sensuales. Sus descripciones son espirituales y no se
debe relacionar ninguna otra cosa con ello.
Con esta advertencia, querido crítico,
vuelve al Bhagavata y no dudo que en tres meses, te arrepentirás y lamentarás a
Dios, por desdeñar esta revelación dada a través del corazón y el cerebro del
gran Badarayani.
Claro, tú noblemente nos dices que tales comparaciones filosóficas
causan daño al ignorante y al que no piensa. Tú noblemente señalas los actos
inmorales de los vairaguis comunes
que se llaman así mismos, “seguidores del Bhagavata y del gran Caitanya”.
Podrás decirnos igualmente que un reformador como Vyasa, a menos que sea
puramente explicado, puede conducir a miles de hombres hacia grandes problemas
en un tiempo venidero. Pero, mi querido crítico, estudia la historia de las
eras y de los países. ¿Cuándo has encontrado que el filósofo y el reformador
sean completamente entendidos por la gente? ¡La religión popular es temor a
Dios y no el amor espiritual puro que Platón, Vyasa, Jesús y Caitanya les
enseñaron a sus respectivos pueblos! No importa si tú ofreces la religión
absoluta mediante figuras o expresiones simples, o la enseñes por medio de
libros o discursos orales, el ignorante y el irreflexivo, la van a degradar.
Indudablemente es muy fácil decir, y muy agradable escuchar, que la
verdad absoluta tiene tal afinidad con el alma humana que se manifiesta de un
modo intuitivo y que no es necesario ningún esfuerzo para enseñar los preceptos
de la religión verdadera; sin embargo, ésta es una idea engañosa.
Puede que sea verdad de la ética y del abecé de la religión, pero no de
la clase de fe más elevada de todas, la cual requiere de la ayuda de un alma
excelsa para poderse entender. El alma ciertamente requiere de un entrenamiento
previo en los elementos de la religión, al igual que el estudiante de las
fracciones, quien debe acercarse primero a los números elementales y a las
figuras de la aritmética y de la geometría. “La verdad es buena” - es una
verdad elemental que la gente común capta fácilmente-. Pero si se le dice a una
persona común que Dios es infinitamente inteligente y poderoso en Su naturaleza
espiritual, ella concebirá una idea diferente de lo que tú consideras de la
expresión. Aunque intuitivas, todas las verdades elevadas requieren educación
previa en las formas más simples. Esa religión que nos ofrece la idea más pura
de Dios, es la más pura de todas, y la religión absoluta requiere que el hombre
tenga una concepción absoluta de su propia naturaleza espiritual. ¿Cómo es
posible entonces, que el ignorante obtenga alguna vez la religión absoluta
mientras permanezca ignorante?
Cuando el pensamiento despierta, el pensador ya no es más ignorante y
es capaz de obtener una idea absoluta de la religión. Esto es una verdad y Dios
lo ha hecho así en Su infinita bondad, imparcialidad y misericordia. El trabajo
tiene su recompensa y el ocio nunca será recompensado. “A mayor trabajo, mayor
recompensa” - es una verdad útil -. Quien no piensa, debe estar satisfecho con
la superstición hasta que despierte y abra sus ojos al Dios de amor. Los
reformadores, debido a su amor universal y a que ansían el bien, intentan por
unos u otros medios hacer que la gente irreflexiva beba la copa de la
salvación, pero estos últimos la beben con vino y caen al suelo bajo la
influencia de la embriaguez, porque la imaginación también tiene el poder de
hacer una cosa lo que nunca fue. Así es como las maldades de los conventos y
las corrupciones de los akras
avanzaron. No, nosotros no vamos a difamar al salvador de Jerusalén o al
salvador de Nadia por estos males subsecuentes. Queremos Luteros en vez de
críticos para corregir esos males mediante la interpretación verdadera de los
preceptos originales.
Dos principios más caracterizan al Bhagavata, ellos son la libertad y
el progreso del alma durante toda la eternidad. El Bhagavata nos enseña, que
Dios nos da la verdad tal como Él se la dio a Vyasa cuando nosotros la buscamos
fervientemente. La verdad es eterna e inagotable. El alma recibe una revelación
cuando está ansiosa de ello. Las almas de los grandes pensadores de las eras
pasadas que ahora existen espiritualmente, se aproximan a menudo a nuestro
inquisitivo espíritu y lo ayudan en su desarrollo. De ese modo, Vyasa fue
asistido por Narada y por Brahma. Nuestros Sastras, o en otras palabras, los
libros del pensamiento no contienen todo lo que podemos obtener del Padre
infinito.
Ningún libro carece de errores. La revelación de Dios es verdad
absoluta, pero raramente se recibe y se preserva en su pureza original. El
Bhagavata, en el capítulo 14 del onceavo skanda,
nos aconseja creer que la verdad es absoluta cuando es revelada, pero en el
transcurso del tiempo, adquiere el matiz peculiar de la naturaleza de quien la
recibe y se convierte en error al pasar de mano en mano de una época a otra.
Nuevas revelaciones, por lo tanto, son continuamente necesarias a fin de
mantener la verdad en su pureza original. Somos prevenidos de esa manera a ser
cuidadosos en nuestros estudios de los autores antiguos, sin importar que tan
sabios tengan la reputación de ser.
Aquí tenemos completa libertad de rechazar la idea equivocada que no es
sancionada por la paz de nuestra conciencia. Vyasa no estaba satisfecho con lo
que había recopilado en los Vedas, arreglado en los Puranas y compuesto en el
Mahabharata. La paz de su conciencia no sancionó sus labores. Le habló desde
dentro, “¡No Vyasa! No puedes quedar complacido con el cuadro equivocado de la
verdad que los sabios de las eras pasadas, (debido a la necesidad), te
presentaron. Tú mismo debes ir a tocar a la puerta del inagotable almacén de la
verdad de donde los sabios anteriores extrajeron su riqueza. ¡Ve! ¡Sube hasta
el manantial de la verdad donde ningún peregrino se encuentra con la
desilusión!” Vyasa lo hizo y obtuvo lo que quería; a todos se nos a aconsejado
hacer lo mismo.
La libertad es entonces el principio que debemos considerar como el
regalo más valioso de Dios. No debemos permitirnos ser conducidos por quienes
vivieron y pensaron antes que nosotros. Debemos pensar por nosotros mismos y
tratar de obtener verdades ulteriores que aún no han sido descubiertas. En el
Bhagavata se nos aconseja tomar el espíritu de las Escrituras y no las
palabras. El Bhagavata es, por consiguiente, una religión de libertad, verdad
sin mezcla y amor absoluto.
La otra característica es el progreso. La libertad es ciertamente la
madre de todo progreso. La sacra libertad es la causa de un progreso cada vez
más ascendente en eternidad y en una interminable actividad de amor. El abuso
de la libertad causa degradación y el vaishnava
debe siempre usar cuidadosamente este sublime y hermoso regalo de Dios. El
progreso del Bhagavata se describe como la elevación del alma desde la
naturaleza hasta la naturaleza de Dios, desde maya hasta lo absoluto e infinito. He aquí lo que el Bhagavata dice
por sí mismo:
“Es el fruto del árbol del pensamiento mezclado con el néctar de la
palabra de Sukadeva. Es el templo del amor espiritual. ¡Oh, hombres piadosos!
¡Beban profundamente este néctar del Bhagavata repetidamente, hasta que sean
llevados de este plano mortal!”.
Entonces, el saragrahi o vaisnava progresivo agrega: “Esa fruta
del árbol del pensamiento es una composición, naturalmente, de los principios
dulces y de los opuestos. ¡Oh hombres piadosos! Como la abeja que toma la miel
de la flor, beban el principio dulce y rechacen todo lo que así no sea”.
El Bhagavata es indudablemente un trabajo difícil y donde no se relata
una pintoresca descripción de la vida tradicional y poética, su literatura es
rígida y sus ramas están cubiertas con el atavío de una forma poco usual de
poesía sánscrita. Los trabajos de filosofía deben necesariamente tener dicho
carácter. Por eso, se requiere comentarios y notas para ayudarnos a estudiar el
libro. El mejor comentarista es Sridhar Svami y el intérprete más genuino es
nuestro noble Caitanya. Dios bendiga el espíritu de nuestros nobles guías.
Estas grandes almas no son como cometas que aparecieron en el
firmamento por algún tiempo y desaparecieron tan pronto como su misión se
terminó. Son más bien como varios soles brillando todo el tiempo para dar luz y
calor a las generaciones subsecuentes. Aún, durante mucho tiempo, ellos serán
sucedidos por otros que posean su mismo entendimiento, calibre y belleza. Los
textos de Vyasa resuenan todavía en los oídos de todos los teístas como si
algún gran espíritu los cantara desde un lugar distante.
¡Badarikasram! La sede de Vyasa y de la religión selecta del
pensamiento. ¡Qué nombre tan poderoso! El peregrino nos cuenta que el lugar es
frío. ¡Cuán poderosamente el genio de Vyasa generó el calor de la filosofía en
tan fría región! No solamente calentó la localidad sino que envió sus rayos más
lejos, hasta las playas del mar. Como el gran Napoleón en el mundo político, él
derribó imperios y reinos de las viejas, así como obsoletas filosofías a fuerza
del poderoso golpe de sus pensamientos trascendentales. Esto es verdadero
poder. Los ateos, los filósofos del sankya,
los seguidores de Carvaka, los Jains
y los Budistas se estremecieron de temor al sentir la cercanía de los
sentimientos y creaciones espirituales del filósofo del Bhagavata. El ejército
de los ateos estaba compuesto de burdas e imponentes criaturas como las
legiones erguidas bajo la bandera del caído Lucifer; pero los soldados puros,
santos y espirituales de Vyasa, enviados por su Padre todopoderoso fueron
invenciblemente fieros al enemigo y destructores de lo impío e infundado.
Quien trabaja a la luz de Dios ve las cosas más diminutas de la
creación; quien trabaja con el poder de Dios es invencible y grande; y quien
trabaja con la santidad de Dios en su corazón, no encuentra ninguna dificultad
contra las cosas y los pensamientos impíos. Dios trabaja por medio de Sus
agentes y el propio Vyasa llama a esos agentes como la encarnación del poder de
Dios. Todas las grandes almas fueron encarnaciones de esta clase y nosotros
tenemos la autoridad de este hecho en el mismo Bhagavata:
“¡Oh brahmanas! Dios es el
alma del principio de la bondad. Las encarnaciones de tal principio son
innumerables. Así como miles de corrientes emanan de una fuente de agua inagotable,
de igual modo, estas encarnaciones no son sino emanaciones de esa energía de
Dios infinitamente buena que permanece siempre rebosante”.
Por lo tanto, el Bhagavata nos permite llamar a Vyasa y a Narada como saktyaves avataras de la infinita energía de Dios. ¡Vean cuán universal es la
religión del Bhagavata! No es solamente para cierta clase de hindúes sino que
es un regalo para todos los hombres, sin importar en qué país hayan nacido o a
qué sociedad pertenezcan. En pocas palabras, el vaisnavismo es el amor absoluto que enlaza a todos los hombres
reuniéndolos en el Dios infinito, incondicionado y absoluto. Que la paz reine
por siempre en el universo entero durante el desarrollo continuo de su pureza,
por el esfuerzo de los héroes futuros que serán bendecidos, según la promesa
del Bhagavata, con poderes del Padre Todopoderoso quien es el Creador,
Preservador y Aniquilador de todas las cosas en el Cielo y en la Tierra.
Acerca del autor:
Nacido en 1.838 en Bengala Occidental, educado bajo el sistema escolar
inglés y profundamente familiarizado con la literatura europea y
norteamericana, Thakur Bhaktivinoda, el Vyasa del siglo diecinueve, fue
eminentemente capacitado para introducir las antiguas enseñanzas del Bhagavata
al moderno lector occidental.
Sus estudios intensos tanto de los clásicos religiosos de Occidente
como de los importantes escritos sagrados de los santos de la India, fueron
templados por su amplia visión espiritual. Siendo testigo de la extinción
gradual de la cultura védica, Thakur Bhaktivinoda trabajó para conservar la
tradición y literatura espiritual de la India. Desde 1.855 hasta 1.907 él
editó, compuso y publicó más de 100 libros en sánscrito, bengalí e inglés,
incluyendo dos ediciones diferentes del Bhagavad gita, su comentario definitivo
acerca del Caitanya caritamrita, así como numerosos trabajos originales.
Durante este tiempo su vida familiar y su trabajo oficial como
magistrado fueron ejemplares. Él tuvo una familia numerosa y trabajó en el
gobierno durante 23 años. Los últimos años de su vida los dedicó exclusivamente
a propagar su misión.
Uno de sus contemporáneos en el renacimiento literario bengalí a
finales del siglo diecinueve, con palabras de elogio expresó de Thakur
Bhaktivinoda: “Cuando solía vestir como un europeo y cuando comprendía todo lo
que de Europa podía ser conocido y entendido, fue entonces cuando Bhaktivinoda
nos enseñó lo que es bhakti. Luego de
estudiar y leer los libros de Bhaktivinoda, uno es capaz de entender la misión
por la que vino al mundo. Su lugar en el reino de la literatura, como sabemos,
es insuperable. Cuando sus trabajos literarios fueron publicados, la siguiente
idea nos venía a la mente: “¿De dónde vienen estos rayos brillantes de luz?”
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